It Follows de David Robert Mitchell (2014)

Esa cosa al final de la escalera  de Ray Bradbury es un cuento inquietante acerca de un hombre que debe enfrentar un trauma de la infancia y que lo ha perseguido toda la vida. Desde el título se advierte ya la indeterminación, uno de los rasgos fundantes de la literatura fantástica (y del terror). Pero además  está la cuestión de «al final de la escalera», esa proyección espacial en profundidad que en el cine se puede apreciar mejor. ¿Qué hay allí en el fondo, qué se esconde detrás?,  son interrogantes que una buena puesta en escena puede ejercitar ante los ojos de un espectador que se mantiene en vilo  (y a salvo solo porque hay una pantalla de por medio). Así se viven los escalofriantes pasillos de El padrino aguardando que irrumpan los mafiosos para terminar su tarea con Vito Corleone, las caminatas de Jamie Lee Curtis con estudiantes amigas por calles y parques sin saber si al final de las mismos estaba o asomaba Michael Myers, en la obra maestra de Carpenter, Halloween, o el siniestro encuentro del tipo agobiado por una pesadilla con su amigo para enfrentarla, detrás de una pared en un luminoso bar en Mulholland Drive, de David Lynch. Los planos profundos son de lo mejor que le pudo pasar a este arte y al terror específicamente. Y de vez en cuando, en un terreno saturado de efectismos, surge una agradable sorpresa que devuelve la fascinación por esos temores primarios que jamás se despegarán. It Follows,  el film de David Robert Mitchell manifiesta la voluntad  por habilitar esa zona de profundidad de campo para que sigamos sintiendo miedo a que algo aparezca desde una lejanía, a que de repente, en frente, en la casa del vecino, irrumpa o salga algo. Con recursos genuinamente cinematográficos, Mitchell vuelve sobre esa extraña sensación de sentirse asediado sin saber exactamente por qué y tener que cargar con ello de aquí a la eternidad. Las hermosas imágenes de melancolía en medio del horror nos avisan  constantemente esa inexorable verdad velada por la razón: el miedo siempre estuvo y llegó para quedarse.

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