Juntas, de Laura Martínez Duque, Nadina Marquisio , 2017

Hay una historia de base detrás del documental Juntas, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio. Es una historia de amor y de lucha en la que luego de una larga batalla jurídica, Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Latinoamérica. Tenían 68 años cuando lo lograron, sin embargo su relación se inició a fines de los ochenta en Colombia, lugar al que vuelven, empujadas por el recuerdo y el tiempo.

El plano inicial muestra el arribo de un tren. Yo tengo una teoría que no necesariamente pude probar aún, pero cada vez que una película comienza con un tren, espero lo mejor. Nada puede fallar con ese signo fundacional. Por fortuna, este film intimista apoya la idea. Su naturaleza es poética antes que discursiva. Las primeras imágenes difusas con reflejos invertidos y un audio que da cuenta de un reencuentro son señales de que el territorio preparado no tiene que ver con una ligazón referencial o con un grito militante que lo emparentaría con otros proyectos de temática similar. La lucha (o por lo menos, su estado más candente) fue hecha y los frutos están a la vista, pese al dolor y al sacrificio. Ahora, la cuestión para Norma y Ramona es el tiempo, la memoria y un viaje postergado. ¿Cómo capturar una experiencia? ¿Cómo enfrentar los lugares del pasado en relación con los cuerpos que los reencuentran? Estos son algunos de los interrogantes que plantea la película y lo interesante es que se extienden al mismo proceso de filmación, porque finalmente ¿cómo se vincula un documentalista con los seres, las situaciones y los objetos que retrata? ¿Hasta qué punto su acercamiento no termina por confundirse con los sujetos que están involucrados? Tal vez la respuesta sea esa superposición de voces en off que transitan el relato en algunos pasajes.

Otra de las virtudes es la confianza en lo estético. No como una pose fría cuyo horizonte es el regodeo, sino como el acercamiento sensitivo propio de una cámara interesada por recorrer una geografía ausente, de signos residuales, para observarlos según el implacable paso de los años. La materialidad sonora a base de un virtuoso montaje, pone a la película en un registro diferente, aquel donde los planos salen de lo convencionalmente aceptado o instituido. En este sentido, del mismo modo en que las mujeres deconstruyen el lenguaje de un artículo publicado sobre sus vidas (como se ve en un pasaje, mientras descansan en dos hamacas paraguayas), las directoras desarman una idea orgánica de lo que entendemos por documental testimonial. Por ello, Juntas aborda la intimidad, la identidad y la lucha sin descansar en la proclama y atendiendo a la posibilidad de universalizar una experiencia.

(Se puede leer también en http://www.funcinema.com.ar/2019/03/juntas/)

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