Rescate emotivo. Sobre Tiempo de gitanos, de Emir Kusturica (1991)

Desde el título, aparece destacada la idea de grupo o clan y, a juzgar por las primeras escenas, da la impresión de que asistiremos a una película de carácter coral. Pues bien, esto no es así en la medida en que se recortan claramente ciertos perfiles que sobresalen a pesar de la visión de conjunto que ofrece el director. Me detendré fundamentalmente en la tríada de personajes que conforman la familia principal:  abuela-tío-nieto.

Tiempo de gitanos es un film que desemboca inevitablemente en la tragedia, más allá de aquellos momentos en donde se descomprime la tensión con situaciones que bordean el absurdo y la comicidad. Inevitablemente, entonces, los personajes están conformados en función del género pues no hay otro destino para esa raza de nómades quienes ver transcurrir la vida en medio de la supervivencia. En la escena inicial, el tío jugador le reprocha a Dios su falta de suerte y extiende su lamento a todo el clan de gitanos. Uno percibe ya, al comienzo, la preparación de una atmósfera trágica. El personaje de la gitana abuela es importante al respecto. Sus atributos tienen que ver con la experiencia, con un ser que  ha aprendido con el paso de los años de rencillas, enfermedades y desgracias. En un futuro sin demasiadas posibilidades, su lucha pasa fundamentalmente por sobreproteger a su nieto Perhan, ya que representa en su ingenuidad inicial la única esperanza. Este personaje femenino constituye una especie de matriarcado en el pueblo e inspira respeto por su sabiduría y sus poderes de adivinación. Sin embargo, detrás de esa superficie reflota por momentos la angustia de quien parece adivinar cuál será el verdadero destino de su familia. Su figura recuerda a ciertos personajes femeninos de tragedias teatrales. En este rumbo, es inevitable la filiación, por citar un ejemplo, con Bodas de sangre de Federico García Lorca, en la medida en que también hay una madre sobreprotectora a causa de muertes familiares que signaron la desgracia como marca definitiva. Del mismo modo, la abuela gitana sobredimensiona tanto el cariño como la preocupación hacia su nieto, ya que la otra pequeña a la que cuida está enferma y sin muchas posibilidades de curarse.

A pesar de su vejez y de su enfermedad, Atizda, demuestra una vitalidad notable: negocia, se sacrifica por la salud de los otros, hace todas las tareas domésticas y fundamentalmente no reniega de Dios a pesar de la peor de las desgracias: la muerte de su nieto. En este sentido, es el personaje que sostiene y equilibra los desbordes del resto pues nunca cae en la desesperación al punto de dejarse vencer por los impulsos.

En la primera escena, vemos al tío, quien cobra protagonismo en la media hora inicial. Él parece  ser el centro del relato. Representa el conjunto de los peores vicios: juega, tiene deudas, deja embarazada a una vecina, es celoso y vividor. Además, agobiado por las deudas, es capaz de humillar a su familia robándole el dinero o dejándolos sin vivienda. Es un personaje que remite al grotesco, cercano a la comedia. Incluso es capaz de divertir con sus imitaciones de Chaplin a la abuela-quien lo justifica porque dice que está loco de remate- y a la pequeña enferma. Esta locura aparente enriquece al personaje porque lo saca del estereotipo y abre una dimensión más compleja e interesante. Pequeños detalles sutilmente presentados a lo largo de la historia confirman a un ser traumático, que ha perdido todo y que encierra una frustración muy grande. De ahí su estancamiento ya que no es capaz de moverse de ese lugar donde se encuentra y su fachada de poseído por el demonio. En sus sueños-en esta película cobran un valor preponderante-anhela regresar a Alemania y a través de fotos que aparecen notamos la existencia de una familia ahora ausente y desintegrada. En algún momento dice:-Nací sin padre. Su carácter escéptico está determinado por ausencias. Es el personaje que abre y cierra la historia. Lo vemos corriendo hacia ningún lugar específico tal vez como un signo de liberación dada la ambigüedad de la escena.

Perham es sin duda el protagonista del relato y su existencia denota una complejidad notable, no sólo en el orden de la historia material sino en los mecanismos de construcción de un guión,pues representa fielmente una concepción de construcción dramática adaptada a las necesidades expresivas del film. Aparece en un 90% de la película, nunca lo perdemos de vista y parece subir y bajar de una montaña rusa todo el tiempo por la cantidad de matices que encierra su persona y por los acontecimientos que le toca vivir. En su condición de héroe trágico se ajusta a la perfección, casi de manera edípica, a la idea clásica de que el hombre no puede escapar al designio de los dioses. Su sinuoso periplo confirma lo anterior. La modificación del personaje es evidente: de una especie de freak consentido pasa a convertirse en un mafioso sediento de venganza. Resulta oportuna la concepción de personaje redondo para hablar de su construcción, esto es, aquel que posee varios matices al punto que deviene en un ser impredecible.

Perhan instaura un espacio de otredad en medio del clan. Su condición física, los poderes que hereda de la abuela y su sensibilidad diferente lo ponen en principio en un terreno virgen cuyos signos más evidentes son la inocencia, lo instintivo-da lo mismo querer casarse como tomar la decisión de suicidarse-y la pureza. Veremos cómo en el transcurso de la historia, lo anterior se corrompe y da lugar a un destino inevitable.

 Perhan es una especie de Michael Corleone-en él se concentran referencias cinéfilas como la del póster de Orson Welles- pues no elige su destino sino que se ve obligado a elegirlo. Los sueños que tiene lo colocan en otro nivel de realidad, todos ellos vinculados con aves que vuelan, metáforas de sueños gitanos, de trascender una realidad monótona y sufrida. La relación que tiene con los animales refuerza la idea de instinto primitivo. El estado inicial del personaje recuerda también al idiota de Dostoievski, un ser que fracasa incluso en el intento de suicidio. Su posición marginal-no accede al matrimonio por ende a lo social-sólo encuentra un momento de expansión en los sueños. Ahora bien, el querido de la abuela, progresivamente en forma fisiológica como psicológica cambiará decisivamente. Hay un momento en el que no hay retorno para él: cuando acompaña a la pequeña enferma al lado del mafioso y le promete no abandonarla. A partir de ese momento, mutará en hombre maduro, con dinero, con la típica viveza gitana. Como El Lazarillo de Tormes bastará un golpe en la cabeza para darse cuenta de la dura realidad en la que toca sobrevivir. Sin embargo, tras ese disfraz, su ingenuidad le hace perder todo (nuevamente la idea de montaña rusa) y sólo le queda recuperar el orgullo a través de la búsqueda de la pequeña y la venganza. Previamente regresa al pueblo con los signos de corrupción urbana: bebe, desea mujeres y se violenta. La gitana le dice:-Eras El niño de la abuela. Estás podrido. Estar podrido también implica el no retorno. Perham una vez más no accede al matrimonio en condiciones normales, es decir, no encuentra su posición dentro de ese entorno social. La soberbia y la insensibilidad de sus actos, su ceguera edípica, lo llevan a cometer el único acto posible e irracional: la venganza. Sus últimas cartas revelan el sinsentido de la vida, el conflicto con Dios y el inevitable destino. La imagen de su muerte lleva al punto más alto la necesidad de trascender a partir de la figura alternada de una paloma, cuya presencia condensa los sueños anteriores porque como bien dice el personaje:-Qué es un gitano sin sueños.

La importancia de Tiempo de gitanos radica, a mi criterio, en el hecho de prescindir de una mirada simplemente antropológica para centrar la atención en conflictos verdaderamente humanos y universales. De este modo, el héroe trágico no obedece a un modelo que pregone por lo individual fuera de un contexto que lo haga posible. Por el contrario, son sus imperfecciones, sus pasiones y sus defectos lo que permiten ubicarlo en un margen de ambigüedad que le transfieren inevitablemente una condición humana.

En general, todos los personajes de la película lidian con fantasmas internos y ancestrales que condicionan sus actos y los tornan imperfectos, a veces impredecibles, y ése sea tal vez el motivo decisivo de su profunda humanidad.

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