O futebol, de Sergio Oksman (2015)

El terreno de la docuficción da para todo, pero pocas veces los problemas personales necesariamente son de interés común en el cine, sobre todo si el ejercicio de autorreferencia no ofrece más que parquedad expresiva. Estamos en abril de 2013. Una voz en off en primera persona nos ubica en la situación: un hijo se encontrará después de mucho tiempo con su padre en el marco del mundial de fútbol de Brasil 2014, en San Pablo. La relación entre ellos ha sido distante y la película se encarga todo el tiempo de marcarlo con silencios, planos fijos de miradas lejanas y cortes abruptos. El acontecimiento deportivo permanece fuera de campo de manera tal que sólo algunos chispazos visuales se colarán a través de televisores en diversos lugares. Ahora bien, si el evento se percibe apenas desde lo cotidiano y cada partido se anuncia en la parte inferior de la pantalla como si de un minutero se tratara, el efecto final instala la arbitrariedad del procedimiento: ¿cuál es el sentido de incorporar al fútbol?, ¿una excusa temporal para sacar a la luz lo privado? Aparenta ser un recurso débil, por lo menos. Sólo un primer plano de los jugadores cantando el himno en el enfrentamiento de Brasil-Alemania parece a esa altura del metraje una ironía fuera de tiempo. Da la sensación de que al cineasta el fútbol le importa poco y nada pero le viene bien como gancho (en realidad cualquier cosa hubiera sido incluida). También, casi como una jugada perversa del destino, un acontecimiento inesperado. El otro aspecto del film es la relación entre ambos. Los personajes no se miran y en todo caso es el hijo quien rastrea al padre y lo sigue en momentos ordinarios. El único ámbito en el que intercambian palabra alguna es en el auto donde ciertas demandas y rencillas apenas aparecen. Esos viajes simulan ser los partidos más importantes, sin embargo, pese al carácter despojado que predomina en el ambiente de O futebol queda la sensación de que el cuidado formal que tanto engalana a los marcos festivaleros no logra disimular una película aplastada y con un grado importante de manipulación implícita.

elcursodelcine

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *