Borges y los intrusos

Con respecto al mecanismo de adaptación, si lo que importa es notar cómo el cine y la literatura funcionan narrativamente, no hay necesidad de reparar en la comprobación de fidelidad de uno al otro, aunque esto le juegue luego en contra al propio Borges con las adaptaciones que se hicieron de sus cuentos (el caso más llamativo es La intrusa).

Pero empecemos por el comienzo. En el número 3 de la Revista Multicolor de los sábados, del 26 de agosto de 1933, se publicó el cuento Adolescencia, de González Trillo y O. Behety. Dos hermanos enemistados con su padre cruel y tiránico, se van de la casa y sus andanzas los llevan al lejano sur, donde trabajan en medio de grandes penurias, soñando con volver a la capital y a la vida de comodidades que dejaron atrás. Comparten una mujer que comienza por ayudarlos. Cuando les llega la noticia de que el padre ha muerto y de que son herederos de su gran fortuna, hacen los preparativos para marcharse. El mayor resuelve que dejarán a la mujer allí, porque es una cosa sin ningún valor ahora. Ante las súplicas de la mujer, el menor, seducido y enamorado, decide matar a su hermano. Éste marcha delante de él, se da vuelta, lo mira y lo urge a partir. Ambos se van juntos.

Casi dos meses después, el 21 de octubre de 1933, en el número 11 aparece Hermanos enemigos de Andrés Corthis. El tema ha tenido ahora otra vuelta de tuerca y está más cerca de la dureza bíblica. Son mellizos y han pasado ya los cincuenta. La llegada de la mujer aumenta en ellos el odio que siempre los separó. No pueden dejarla partir porque ambos saben que cada uno se torturaría pensando que el otro la encuentra en secreto. Y entonces se llega al final monstruoso, al crimen necesario, casi un sacrificio ritual: la arde en la hoguera del rancho que ambos incendian. El temor al castigo divino les ha impedido matarse el uno al otro.

Luego, cuando Borges ya se había consolidado como un maestro en el arte del cuento especulativo, publica en 1966, en la sexta edición de El aleph, un nuevo cuento llamado La intrusa que formará luego parte de El informe de Brodie cuatro años después. Los argumentos, por supuesto, presentan variaciones: los hermanos enemigos no intentarán alejar a la mujer porque saben que es inútil; los otros no miden la fuerza de la pasión y piensan que sacando a Juliana todo volverá a ser como antes. Los colorados llevaron una vida andariega; los mellizos solo conocían la tierra hostil que cultivaban. Los mellizos se odian pero temen al castigo divino; los colorados se quieren, quizá por las fechorías cometidas juntos.

Singular fue la fortuna de este relato que ha suscitado versiones desde Irán hasta México, de Brasil al País Vasco. La de Jaime Chavarri, realizada para televisión, tiene un interés lingüístico: los hermanos que se ocupan de un vivero hablan vasco entre ellos, mientras la prostituta, traída de una ciudad vecina, habla castellano. Chávarri ambienta su versión en Andalucía, entre toros, cortijos y flamenco, pero elige un mecanismo narrativo peculiar que, si bien marca a priori un estorbo para la continuidad de la historia (como si no pudiera entenderse por sí sola), acaso sea una equiparación (un tanto burda) entre esos ricachones y la mirada del propio narrador borgeano ante lo que cuenta (un aspecto crucial, cómo se mira y se habla del otro)

En el cuento, leemos al comienzo: “Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor.” Es interesante la operatoria. Primero porque la historia surge de la barbarie de los orilleros; segundo, porque hay una masa de oralidad deforme a la que hay que otorgarle un orden; tercero, alguien lo tiene que hacer, pero a la distancia y es un escritor (imagen civilizada). A esta heterogeneidad de voces y al sustrato ideológico de tal recurso, Chávarri ofrece una desagradable tertulia de hombres en un club.

No obstante, el nivel de los hechos se respeta más allá de la ambientación, incluso frases calcadas con variación de los nombres En el cuento, Gracia es Juliana: “-Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala”.

El otro aspecto es la exacerbación de la violencia sexual y simbólica dentro de una lógica machista asfixiante, subrayados por la manera en que cojen los personajes, unos al lado de otros, o el maltrato que descargan hacia las mujeres cuyos roles son relegados a ser amas de casa o prostitutas. La última secuencia lleva al punto más alto esta idea, cuando el hermano mayor toma la decisión En el cuento, leemos “Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla”, es decir la consolidación de ese vínculo de sangre (Dice Borges que se había trabado con el hecho de que el hermano mayor debía comunicarle al otro lo que había hecho, con palabras sentenciosas y eficaces, y que fue su madre quien se las proporcionó. Primero, “A trabajar hermano”, quiere decir que él es el mayor y que el otro tiene que obedecerlo; y luego dice: “esta mañana la maté” para no entrar en detalles absurdos, como si la estranguló, si le dio una puñalada, ¿para qué? Entonces el otro se resigna, entierran el cadáver y se acabó el cuento. Como veremos más adelante, este culto de la sociedad endocéntrica que invoca como ley primera la unión fraternal más allá de todo será motivo de análisis crítico en Borges.

Sin embargo, Chávarri apuesta por un último eslabón que en el relato está fuera de campo visual. El último plano es fuerte para televisión, con la prostituta asesinada que aparece lentamente bajo un cargamento de aceitunas y que desdichadamente es utilizado como fondo para los créditos finales.

Si hay un tema que le interesa a Borges en este cuento es la amistad como férreo vínculo inquebrantable. En algún que otro balance de su juventud declarará: “Resumiendo este período de mi vida, encuentro que siento poca simpatía por el pedante y dogmático hombre que fui. Sin embargo, aquellos amigos todavía están muy vivos y muy cerca de mí. Creo que la amistad es la pasión argentina redentora.”

En algunos comentarios del narrador, leemos: “Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. Esto, y lo que ignoramos, ayuda a comprender lo unidos que fueron. Malquistarse con uno era contar con dos enemigos”.

“Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida unión, que ultrajaba las decencias del arrabal”. La adaptación de Christensen pone en escena su interpretación de esa sórdida unión de manera personal, algo que irritó al Borges que había decidido elidir los pormenores. Tanto le molestó que hasta pidió que la censuraran.

Ahora bien, qué fue lo que hizo tanto ruido. La adaptación brasileña de Carlos Hugo Christensen(argentino exiliado en Brasil) de 1979 coloca el subtexto homosexual de los dos hermanos en un primer plano. En una escena con los tres personajes en la cama, los hermanos terminan desalojando a la intrusa para atreverse finalmente a lo que hasta ese momento les requería una intermediaria. Esto sin duda, escandalizó al propio Borges y es un eslabón más de la cadena de disconformidades entre un escritor con sus adaptaciones.

Hay también otro aspecto interesante en el film que pasa por lo lingüístico: la acción transcurre en Rio Grande do Sul, donde el portugués se contamina de castellano (el llamado “portuñol”); esta lengua mestiza anima muchas escenas, más allá de lo que puede desanimar el maquillaje de los actores principales, imágenes salidas de una estética publicitaria.

La cuestión es que la aversión de Borges hacia el film también puede entenderse, más allá de la cuestión incestuosa, en que el mismo puede inscribirse en el melodrama psicológico, hecho que reconfigura la relación triangular de los personajes. Para el adaptador, los hermanos Nielsen constituyen en sí mismos un campo de atracción y rechazo que se juega y se visualiza en secuencias donde simulan contiendas con cuchillos. Christensen impone mucho valor al encierro y a los rituales costumbristas (riñas de gallo, juegos de cartas,etc.) y la irrupción de la mujer en ese mundo interior produce la fisura. Luego, eliminarla signifiica consolidar la relación erótica y sexual (antes el matar a una serpiente anticipa el acto final y homologa bíblicamente a la mujer con una víbora). La triple traición al texto (sentimentalismo, psicología y sexo) hace que las verdaderas imágenes sean las verdaderas intrusas.

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