A primera vista, la propuesta estructural de Antes de la lluvia aparece como un claro ejemplo de aquellos guiones denominados mecanismos de relojería. El film está dividido en tres episodios relacionados-un relato en tres partes como se destaca en el título original-que forman una unidad cuya circularidad es sólo aparente en la medida en que las historias que vemos parecen confundirse en un presente absoluto. Esta tensión es notablemente equilibrada en la película. Veamos cómo funciona.
Por un lado, están las connotaciones permanentes a la idea de circularidad. Existe un trabajo formal al respecto sostenido en varios niveles. Cierto manejo de la cámara a través de travelling girando alrededor de los personajes y planos detalles de elementos asociados a esa figura geométrica (un círculo de personajes alrededor de un difunto, los extremos superiores de símbolos religiosos, la luna llena, el desagüe de una bañera, etc) determinan una lectura que remite a dicha propuesta. Además, en el plano de las ideas, las alusiones al encierro (del monje en el monasterio, de Anna en su rutina matrimonial, del nunca acabar de la guerra) y el vínculo trágico de la muerte como consecuencia del fanatismo a la manera de una marca registrada en todo el mundo. A todo esto, debemos añadir los puentes que existen entre los episodios: tres historias de amor, tres muertes trágicas, canciones (el rap que se repite) y las alusiones a la lluvia en boca de los personajes.
Ahora bien, lo anterior se transforma en una mera ilusión si analizamos otros aspectos que hacen a la construcción de la historia y que evidencian que el círculo en realidad no cierra. Para ello, nada mejor que la frase sobre la que se insiste y que funciona claramente como un mecanismo de resonancia: “El tiempo nunca muere y el círculo no se cierra”. Efectivamente, si bien las tres historias parecen seguir una cronología en la manera en que las percibimos-el título nos predispone a que veamos lo que sucedió antes de la lluvia, el momento en que Alex yace muerto-, todas suceden al mismo tiempo en un presente continuo y dominante. El primer episodio transcurre en Macedonia y al final vemos a una mujer que ha sido testigo de ese final trágico. El segundo, se inicia con ella en Londres, como editora en un periódico. En una escena notamos unas fotografías emparentadas con el hecho desgraciado del primer episodio y allí ya tenemos un quiebre que rompe con la lógica temporal que parecía sobrellevar el relato. En el tercer episodio, el fotógrafo regresa a su patria y la aparición de la albanesa nos vuelve a cambiar la perspectiva. El sorprendente final refuerza la idea de que la estructura del relato funciona para destacar lo que los desenlaces evidencian, esto es, historias de amor trágicas cuya naturaleza es consecuencia del carácter absurdo de la guerra. En este sentido, todo confluye en el presente-de ahí la idea de que el círculo no cierra-pues la circularidad se abre hacia todos los escenarios posibles si lo que hay que destacar es la violencia humana y la inutilidad de la guerra.