CRÓNICAS MUNDIALISTAS. QATAR 2022. JORNADA 11: LA FIESTA INOLVIDABLE

Hoy sí. A largar el aire, a descomprimir. Hoy es La fiesta inolvidable. Que dure lo más que se pueda, como un plano de Sokurov, como una película de Bela Tarr, como las catorce mil temporadas de la serie que más nos guste. Argentina pasó a octavos de final tal como deseábamos, primero en el grupo y de cara a un cruce que en la previa hubiéramos elegido con los ojos cerrados. Y pasó con autoridad, de menos a más, aligerándose progresivamente  de la presión asfixiante y de los fantasmas. Quedaba un cuadradito más del barco enemigo en la batalla naval y logramos hundirlo. Afortunadamente, Polonia continuó con la palidísima versión que había demostrado en sus partidos anteriores, lo que permitió a nuestra selección tomar las riendas, tener la pelota, gestionar la paciencia y encontrar los goles en los momentos justos. Scaloni decidió bien con las modificaciones, sobre todo con las de Mac Allister y Fernández en el medio, pero principalmente con la de Álvarez en el ataque. Seguramente, más de uno habrá pensado que era un partido para Lautaro por las características de los defensores polacos y porque había que meter cuerpo por allí, sin embargo, la velocidad del jugador de Manchester City y su movilidad por el frente de ataque fue parte clave del triunfo. Bien por el técnico.

A medida que se fue desarrollando el primer tiempo, quedaba en evidencia que el predominio era indiscutiblemente argentino, llevando la pelota hacia los costados, con los laterales subiendo, buscando espacios, sin embargo, el cerco polaco generaba inconvenientes para entrar. Fue cuestión de esperar, porque siempre dio la sensación de que las situaciones llegarían. Y en efecto, así ocurrió, pese a ciertas imprecisiones de De Paul (quien es uno de los que todavía no encuentra su mejor versión). Messi tuvo mucho contacto con la pelota, retrocedió a buscarla y hoy sí estuvo acompañado ya que hubo mejor dinámica de desplazamientos y rotaciones. La primera incidencia que abría la ilusión fue una buena jugada colectiva cuyo centro concluyó con una salida de Szczesny y un penal cobrado por el Var que, a mi criterio, fue una barbaridad más que se suma en la estadística fatídica desde que existe esta tecnología absurda, por lo menos aplicada en este tipo de circunstancias. Me preocupa si nos llegara a tocar algo similar en contra; me preocupa mi salud. La conclusión fue un acto de justicia poética del arquero polaco, quien atajó soberbiamente a media altura para tirarla al córner. Pero como no hay bien que por mal no venga (pensemos en Arabia Saudita), esto no disminuyó la búsqueda del equipo ni del propio Messi. Ni bien empezó la segunda etapa, un lindo ataque asociado terminó con el toque sutil de Mac Allister hacia el palo izquierdo. Un huracán de soplidos aliviadores despertó los gritos más hondos del pecho. El triunfo parcial se disfrutaba porque el equipo mostraba seguridad frente a un rival cómodamente adormecido que solo llegó una vez con un centro. Lejos de aburguesarse o de desesperarse, Argentina mantuvo la pelota y llegó al segundo con un golazo de Álvarez. Cartón lleno. Todo fue alegría. El partido que, en la previa, parecía el más difícil, fue el más fácil. Ahora, a descansar. Por esas extrañas razones de la agenda, los octavos para Argentina comienzan el sábado frente a Australia. A no dormirse en los laureles. Seguramente los muchachos aprendieron del Knock Out de Arabia. Hoy lo demostraron. Ahora empieza otro campeonato.

Lo curioso es que mientras ocurría esto, había una realidad paralela, un partido que espié porque nos concernía. Lo de México y Arabia Saudita fue movidito, con pura adrenalina, cargado de tensiones, sobre todo para la selección de Martino. Si bien el comienzo fue parejo con alguna que otra situación repartida, en el contexto general los mexicanos intentaron arrollar a los árabes, y de hecho lo hicieron, pero no les alcanzó. Pese a la cantidad de situaciones generadas, algún gol anulado y otras que pasaron cerca, México llegaba al final del partido afuera por tarjetas amarillas, ya que igualaba con Polonia en todo. El 2 a 0 no le servía si Argentina no hacía algún gol más, y digo Argentina porque Polonia era un fantasma que deambulaba por la cancha. La misma desesperación generó que Arabia Saudita llegara al descuento para apagar definitivamente las ilusiones verdes. Se acordó tarde México y pagó por su holgazana presentación en aquel primer partido frente a Polonia. En cuanto a Arabia Saudita es como en un cuento de Borges: su misión en este mundial fue sacudir a un monstruo; una vez que lo hizo, ya no era nadie.

A todo esto, al mediodía se cerraba el grupo de uno de los candidatos, Francia. Los tunecinos no parecían ser una preocupación y con buen tino, ya clasificado, Deschamps eligió cuidar a sus principales jugadores y afrontar el partido ante Túnez con mayoría de suplentes, aunque esto es relativo porque tiene más banco que Wall Street. No obstante, lo propio del plan es que falle. Los africanos no se resignaron a ver qué pasaba y se mostraron decididos a buscar una posible clasificación, sobre todo, teniendo en cuenta que en la otra vereda del grupo podía pasar cualquier cosa dados los antecedentes de ambos. De modo tal que el dominio, inicialmente, fue de Túnez, mucho más despierto que el equipo galo, el cual intentaba con pases cortos, sin profundidad. Recién en el minuto 25 Coman lanzó un disparo con un defensor encima que pasó cerca. Del otro lado, llovieron algunos centros al área que no prosperaron. En la segunda etapa, Túnez se plantó en campo rival y Francia, un poco agrandado hay que decir, solo esperaba un contragolpe. La recompensa llegó para los africanos tras un robo en mitad de cancha que desembocó en una corrida bárbara de Khazri para anotar el uno a cero. Y entonces empezaron los cambios, los que hacen al diferencia ingresaron, aceleraron el asunto y en cuestión de minutos, los franceses arremetieron como un tren de alta velocidad frente a la estoica defensa tunecina. Lo que pasaba en la vereda de enfrente entre Australia y Dinamarca tuvo su impacto, es como el último fuego del asado antes que se extinga definitivamente. Túnez sabía que no le alcanzaba y Griezmann ponía el uno a uno con el último suspiro, pero en Off Side. Otro caso de justicia poética para un equipo que luchó y le ganó al gran candidato.

A la misma hora que Francia y Túnez, se jugaban el destino en este mundial, Australia y Dinamarca, ambos con posibilidades si ganaban el partido. Por historia y hasta por obligación los daneses debían dar El gran salto, pero terminaron confirmando la pálida imagen que trajeron a este certamen y se van últimos en la zona con apenas un punto. La realidad de Australia es diferente. Pese a las limitaciones técnicas, suplieron esa falta con intensidad y aprovechando el orden de los partidos en el grupo. Cuando pasaron el enfrentamiento con el monstruo azul, resultaron pragmáticos y ahora están en octavos. La posesión de la pelota fue de Dinamarca, pero era como tener una fortuna para gastar y comprar mal. En cambio, los australianos aprovecharon la diferencia de los resultados posibles a favor con mayor inteligencia. Tal es así que al minuto 60 encontraron la ventaja con gol de Leckie, suficiente para clasificar. Lo de Dinamarca es tan pobre como el Dogma 95. Dreyer se está levantando de su tumba.

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