Entre el azar y el exorcismo: la investigación como un policial autobiográfico

¿De dónde nacen las ideas? Me lo pregunto una y otra vez siempre que, luego de leer un libro, escuchar una canción o mirar una película, corro hacia una hoja en blanco. Puede ser el comienzo de algo o un bollo más de papel tirado al tacho. No obstante, algunas noches de insomnio se transforman en una cadena de asociaciones posibles. Recuerdo la que dio origen a ciertas ideas que me han perseguido durante muchos años. En esta ocasión (que dio forma a un libro) el principio tiene que ver con una frase, o mejor dicho con dos; o debería decir, en todo caso, que una condujo a la otra. En un seminario sobre literatura fantástica, a raíz de la lectura del prólogo de Pedro Luis Barcia sobre Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones, leo: “la literatura es una rama del ocultismo”; inmediatamente pienso en Borges (cuando no, Borges): “la metafísica es una rama de la literatura”. Primero: Lugones/Borges, una vez más; el discípulo que había cometido el parricidio de joven  y que intentaba redimirse en el prólogo a El hacedor dedicado a Lugones; segundo, Borges parafrasea a Lugones e invierte los términos de la misma manera que sus cuentos reescribirán estrategias de Las fuerzas extrañas. El azar comienza a trazar un camino y en ese itinerario se cruzan los espacios académico y familiar. La investigación incipiente me traslada a una escena de la infancia (o tal vez de la adolescencia): un cuento de Atilio Chiáppori llamado Un libro imposible describe una biblioteca con algo de gabinete de estudio y tocador donde hallamos en un estante a Poe, Hoffmann, Baudelaire, D’Annunzio  y a Verlaine ,entre otros; en el estante contiguo, aparecen los metapsíquicos del más allá: Crookes, Papus y Kardec, sobre todo Kardec, el padre del Espiritismo, y entonces recuerdo dos cosas que remiten a mi casa: la misma biblioteca de un alucinado que reunía sin orden aparente los policiales de Agatha Christie con los libros espiritistas y que habían establecido un orden de lecturas arbitrario, caótico si se quiere, pero que paradójicamente iban a confluir años más tarde en una investigación donde el policial, el ocultismo y mis propios fantasmas iban a exorcizarse para dar lugar a la distancia necesaria que toda voz enunciativa en un trabajo de estas características exige.

En el momento en que inicié la búsqueda no existían las posibilidades tecnológicas que hoy están a disposición de modo tal que planteado el enigma (las frases de Lugones y de Borges) había que buscar pistas para ampliar el campo textual. La parte ocultista la tenía. Personalmente devoré durante años esos libros e interrogué a varios de ellos como si fuera un detective, tomando notas. Ya estaba compenetrado con la investigación: recorría librerías, hemerotecas, bibliotecas y todo espacio que pudiera ayudar a confirmar la hipótesis. Ese marco de indagación (que tal vez hoy no cotice demasiado) también estaba guiado por el azar. Revisando estantes de alguna librería perdida de Bs.As. me topo con La religión psíquica de Arthur Conan Doyle y compruebo que el más ilustre y racionalista de los escritores policiales era adepto al ocultismo. Y ahí ya no paro: horas y horas de cuentos, archivos de diarios donde uno se entera de que el propio presidente de la nación, Roca, asiste asombrado a las sesiones espiritistas de entonces. Hubiera estado bueno que algún alma descarnada le pusiera los puntos al genocida. Una sorpresa lleva a la otra; los datos se acumulan; el corpus textual se hace monstruoso. Ahora, que esa sensación  se hace carne en el interior y uno sabe que es esa la pasión que motiva a continuar (y no hay vuelta atrás) hay que lidiar con dos desafíos: tomar distancia como analista, expulsar los fantasmas personales  y montar el material conseguido para dar forma al trabajo. En otras palabras, una disección que de detectives nos transforma en criminales, capaces de descartar material (valioso o no, quién sabe),  y de enterrar desechos. Porque, como en todo asesinato, hay que deshacerse del cadáver.

elcursodelcine

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