Un recuerdo. Historia de Lisboa (Wim Wenders, 1994)
“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque (…) de palabras, de deseos, de recuerdos”.
(Italo Calvino, Las ciudades invisibles,
“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque (…) de palabras, de deseos, de recuerdos”.
(Italo Calvino, Las ciudades invisibles,
Se está yendo uno de los talleres más lindos, en el cual se conjugan la pasión por el cine, la efervescencia del debate y el pensamiento acerca del presente. También, un cúmulo de palabras e imágenes
(Extracto de la clase de cine debate dedicada a la película)
El comienzo es un prodigio y remite a la capacidad alucinatoria del cine, un arte que tiene que ver con la caverna platónica, con la profundidad
“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque (…) de palabras, de deseos, de recuerdos” (Italo Calvino, Las ciudades invisibles,
Puede que muchos recuerden El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989) de Peter Greenaway por sus perfectos encuadres simétricos, por su ostentación pictórica, por su dejo de pedantería.
La revolución en la cama
La década del sesenta se pone picante en el cine italiano. Momento de parricidios, herencias y suicidios. La calentura política se traslada a la pantalla y todos parecen
Si cada cineasta tiene su momento, el de Giuliano Montaldo se destacó fundamentalmente en los tres primeros años de la década del setenta, un verdadero caldo de cultivo para el cine italiano. Fue en
Tengo un amigo al que conozco de la primaria. Quienes lo conocemos bien lo apodamos el monje maldito pues alrededor de él se tejen las más extrañas historias que se hayan oído. Algunas pequeñas anécdotas
I-
No suelo mirar demasiadas series. Podría contar con los dedos de las manos aquellas a las cuales les he prestado mucha atención. No busco jactarme de nada con esta inocua declaración. Tampoco
Lo sospeché desde un principio: leer el Quijote de Cervantes es un antes y un después. El después es mirar el mundo desde la óptica de una locura creadora, pero también estar preso de una enfermedad