Breve elogio para un grande: Harold Lloyd

Las catástrofes también hacen reír; los cómicos son nuestros benefactores porque liberan nuestros peores instintos de agresión, de violencia, de destrucción. Y este espíritu es una manera de expresar la inadaptación del cómico al mundo que lo rodea, es decir nuestra propia inadaptación si se quiere. Por ello, la idea de poner fin a esta vida cruel ha sido motivo de varios episodios desde los inicios del cine, donde ya aparecen los suicidios frustrados o las situaciones límites, y más en los cómicos de la slapstick. Y allí está Harold Lloyd, un campeón de la joven América. Son sus anteojos de carey los que le dan un aire juvenil y doctoral a la vez. Siempre interpretó al joven adolescente recién salido del colegio, convencido de que no servía para nada, y siempre tenía un ojo dirigido hacia alguna muchacha. En The Kid Brother, de Ted Wilde (1927) hay una hermosa escena que pone énfasis en ese romanticismo que lo caracterizaría. Su sensibilidad siempre contrasta en esta película con la tosquedad del americano prototipo del western. Quiere ser rústico pero no le sale.

Lloyd nació el 20 de abril de 1893 y falleció en 8 de mayo de 1972. Comenzó a trabajar como extra de la compañía de Edison y aparece por primera vez en un film en el año 1913. En 1915 lo contrata Hal Roach para su propia serie. Su primer personaje se llamaba Willie Work, posiblemente en referencia directa al Charlot de Chaplin. En 1917 piensa en un personaje llamado “Glasses”. Sus signos distintivos irían apareciendo: el sombrero de paja, los anteojos, para dar forma al intelectual que lucha contra la adversidad para quedarse con la chica guapa. Tenía una puesta en escena bastante innovadora, con soluciones técnicas muy complejas para entonces. Elaboraba cada momento con meticulosidad, como si se tratara de los mecanismos de un reloj, sin dejar nada al azar. Alcanzó su mejor época en la década del 20 y se lo recuerda principalmente a través de esa imagen donde aparece colgado de las agujas de un reloj situado en la cúspide de un rascacielos en Safety Last! (El hombre mosca, 1923). No obstante, a diferencia de Keaton, usaba doble. La agilidad y la acrobacia, dos cualidades inherentes a este tipo de comedia, lo emparientan con el cartoon. Lloyd supo construir un paradigma desde la supuesta debilidad del joven aniñado.

La llegada del sonoro y la gran depresión lo hicieron apartarse del cine hasta que en 1932 sorprendió a todos en Movie Crazy. Como dato anecdótico, cabe destacar que realizó numerosas fotografías a Marilyn Monroe. Produjo en 1962 la película compilatoria, World of Comedy. Allí están las películas para redescubrir a un gigante dormido.

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