Diario cinematográfico. Apuntes rápidos y sujetos a revisión

Si la primera impresión es la que cuenta…entonces, estos apuntes deberían tomarse como meras intuiciones, susceptibles de ser desarrolladas en caso de ser necesario. Por lo pronto, es lo que sale.

1 de enero

Don’t Look Up (Adam McKay, 2021)

Fallida por donde se la mire, no funciona ningún chiste, y tiene un tono insoportable de plataforma destinada a la corrección política con la receta infaltable y otras pavadas forzadas. Se pretende como sátira política y corre detrás de la metáfora con la figura del cometa. Me hizo acordar a Mars Attacks de Tim Burton, donde las estrellas del elenco hacían su numerito como acá, sacando a relucir todos los tics posibles. Infumable.

So Big (William Wellman, 1932)

Cualquier película contemporánea tarda dos horas y pico para abarcar un arco narrativo mínimo. Wellman cuenta, por lo menos, cuatro historias en una hora veinte. Barbara Stanwyck por tres. En realidad, una mujer en tres etapas diferentes. Primero, la hija malcriada de un jugador, luego la esposa trabajadora y por último, la madre anciana que intenta inculcar sus valores a un hijo confundido. A la sombra de esa obra maestra llamada Stella Dallas, el pico dramático de Barbara, se puede ver en espejo como una buena síntesis del cine norteamericano de los años treinta, con virtudes y defectos. No obstante, los secretos del cine clásico son imbatibles.

2 de enero

A Night of Knowing Nothing (Payal Kapadia, 2021)

Interesante ejercicio documental o una ingeniosa maniobra sobre cómo llenar espacio con pocos recursos. No dejan de ser subyugantes el tono y las imágenes, pero contrariamente a la gran obra maestra que vieron muchos, no pasa de ser un recurso extendido similar a grandes películas de Mekas, Marker o Godard. ¿Será que algunos están sedientos de novedad o les falta ver mucho? No hablo del espectador en general (santificado sea su nombre) sino de quienes meten cánones cada treinta segundos con aires de genios.

The Lost Daughter (Maggie Gyllenhaal, 2021)

Un debut a tener en cuenta el de Maggie Gyllenhaal y una confirmación de lo grandiosa que es Olivia Colman (cuando está contenida) y de lo fotogénica y sensual que puede ser Dakota Johnson (cuando está bien dirigida). Película concebida dentro de una cierta tendencia contemporánea sin concesiones a la idea de maternidad, por lo menos entendida en una sola acepción. Inmersión en el carácter perturbado de una mujer (profesora de Literatura Comparada) cuyas vacaciones en Grecia despiertan más sombras que Grey y dice “soy una madre antinatural”. Tiene sus momentos de tensión, algunos excesos de Flashback y un acercamiento al problema hasta donde una plataforma como Netflix podría permitirlo. Pero está bien.

Languaje Lessons (Natalie Morales, 2021)

Lo único que recordaré serán dos ventanas de computadora con un tipo y una piba hablando, de principio a fin. ¿Este es el nuevo cine de la pandemia? ¿O ya estoy sumamente perezoso?

3 de enero

Red Rocket (Sean Baker, 2021)

En The Florida Project, Baker dejaba fuera de campo el parque de diversiones para mostrar ese otro espacio que quedó, justamente, como proyecto. Pero como nada se desperdicia y todo se transforma en la era capitalista, lo que se ve es un complejo de viviendas y un grupo de personas que oscilan entre la indigencia y la búsqueda laboral, situación precaria que repercute en sus cuerpos y en sus vidas. En Red Rocket, estamos en Texas, ese lugar de refinerías, retrógrado, y bien cruel para quienes no andan en el negocio. El fuera de campo es la ciudad soñada, Los Ángeles, el mundo de plástico. Allí desea volver Mikey, una ex estrella de porno. Algo ha pasado para que deba regresar a ese pequeño infierno a golpear la puerta de su ex pareja, que vive con su madre. A ellas también algo les pasó porque le dan a la falopa y miran televisión todo el día. Lo bueno de Baker es que no elige mostrar la precariedad de una comunidad desde la moral con mayúsculas ni con aires de señalamiento esquemático. Sus personajes pueden estar en la lona, pero siempre hay una posibilidad de no perder el horizonte de sus deseos y de sus sueños. Y Baker los muestra cómo son, aún corriendo el riesgo de ofender las cuestiones de la agenda. De hecho, Mikey es un antihéroe, un perdedor que no modifica sus convicciones para quedar bien con el espectador, capaz de encontrar en una joven a punto de cumplir dieciocho años, una futura estrella porno que enderece su carrera. Sin temor a la ambigüedad, con un manejo frontal del sexo (sin careta), e incluso recuperando una tradición del cine documental norteamericano enfocado en los estragos de la economía en la gente, la película tiene humor, fuerza y otros demonios.

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