El discreto encanto de la burguesía (fragmentos del encuentro sobre Claude Chabrol)

«Como un biólogo o un científico social, hacía mucho que había delimitado su campo de interés y se había instalado en él. Filmaba sobre aquello de lo que formaba parte: la burguesía francesa de provincias, sus taras, sus ejercicios de poder, el familiar, el íntimo, el doméstico, el que escapa a los registros de la Historia.»

«Al igual que su maestro, Alfred Hitchcock, el mundo de Chabrol se encuentra dominado por el sexo, la violencia y la comida. En esta secuencia, las temáticas aparecen de modo simultáneo. El carnicero se siente atraído por la profesora, a la que recuerda que unas bestias son mejores que otras y cuando la mira no puede evitar pensar en los grandes trozos de carne que tanto disfruta cortando. Ella, que ha quedado impresionada por la habilidad con la que Papoul ha trinchado el asado en el banquete, se relame de gusto ante la perspectiva: Sería un sueño tener un carnicero que me escogiera la carne.

Ahora bien, a diferencia del maestro, el plano secuencia desea que el espectador, alejado de los rostros de los personajes, contemple la escena con distanciamiento. Aquí radica una diferencia crucial, a pesar de la admiración incondicional, Chabrol nunca dejará de reescribir a su manera la poética de Hitchcock con respecto al thriller.»

«Y esta idea es bien del Polar. En sus protagonistas pesa la idea de fatalidad. Los personajes se muestran generalmente resignados, absolutamente indiferentes ante ese destino que les arrastra a la muerte.

Y la muerte como tópico y situación siempre está desdramatizada, ajena a la épica americana. Los finales suelen estar ritualizados, inmersos en una especie de placer masoquista. La pasión suicida, o, mejor dicho la pasión por el suicidio, considerado como una de las bellas artes, recorren gran parte de esta tradición, en la cual se inscribe Chabrol. El fatalismo del Polar siempre estará asumido con irónico distanciamiento.

La mujer, a diferencia del modelo americano, no se divide en ángel o demonio, sino que aporta un rasgo determinante, complejo y sofisticado: el amor fou. Y no son juzgadas con hipocresía machista, al contrario, se las muestra independientes.

Es decir, uno de los procedimientos claves de Chabrol con respecto al thriller es utilizar sus recursos para ocuparse de asuntos mucho más amplios que los estrictamente criminales.»

«El tratamiento de la violencia se encuentra muy alejado de la espectacularidad predominante en el thriller. Para ello, Chabrol elide las escenas cruciales o las resuelve con inusitada velocidad, con el afán de evitar el regodeo o la mirada con placer hacia el horror.

La trama criminal se utiliza como un acercamiento a la sociedad francesa (como Balzac). Para ello, siempre parte de las propiedades de sus personajes, estructurando el desarrollo argumental en torno al hogar familiar. Este abarca desde suntuosas viviendas hasta pisitos y granjas campesinas. En la raíz del hogar se encuentra la raíz de todas las intrigas.»

«El centro de la vida familiar se encuentra invariablemente en la cocina (Chabrol siempre tuvo pasión culinaria y escogía los exteriores de sus rodajes según la calidad de los restaurantes locales). Las comidas sirven para marcar los límites de la situación dramática, uniendo a los protagonistas en un momento ideal, o evidenciando una falta de comunicación. La forma en que degusten sus platos los define con precisión.»

«En esta misma línea de adaptaciones moldeadas al propio universo estético, otra película mayor es Que la bestia muera (1974). En 1945, Borges y Bioy Casares abrían su colección El Séptimo Círculo con la novela de Nicholas Blake. Trata sobre un hombre que busca, para matar, al asesino de su hijo. Si en la novela el ejercicio intelectual del detective se destaca, Chabrol elimina al personaje, de modo que el placer derivado del razonamiento y la revelación gradual del enigma disminuyen en importancia, para dar paso a asuntos morales. Por otra parte, las investigaciones del padre parecen ser azarosas. Esta resignación del elemento intelectual se lleva a cabo a favor de la atención morosa prestada a la atmósfera que rodea al protagonista y a su entorno grotesco, la familia de Paul. Borges decía “A los hombres les ocurre matar”, una idea que bien podría aplicarse a los asesinos chabrolianos.»

«Se trata de una escena clave para ver cómo funciona la psicología del celoso. El crimen transcurre a toda velocidad: ha concluido antes de empezar y Charles se convierte en asesino sin darse cuenta (los ecos de Hitchcock nos mostrarán cómo deshacerse del cadáver, gran tema del maestro del suspenso, capaz de tener un fiambre en un baúl a la vista de todos en The Rope

«En Bellamy (2009), volverá a esta temática aunque de modo más leve. Es la historia de un comisario que alterna sus obsesiones entre un caso policíaco y la sospecha ante su mujer con su problemático hermano. La mirada de Depardieu, sostenida a partir de encuadres reforzados con pequeñas aperturas de puertas, confirma el punto de vista del sujeto celoso.

Los finales abiertos de estas y de otras películas connotan la repetición eterna de una clase, condenada al aburrimiento, la superficialidad, la tendencia a la perversión y a la quietud de las apariencias. Es el mundo de Chabrol, es el discreto encanto de la burguesía.»

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