CRÓNICAS MUNDIALISTAS. QATAR 2022. JORNADA 13: EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO.

El fútbol de este mundial está cada vez más parecido al básquet: es cuestión de prestar atención al último cuarto. La definición del Grupo H incluyó minutos finales no aptos para cardíacos. De un lado, Uruguay y Ghana. Alonso se acordó un poco tarde de darle al equipo mayor peso ofensivo e incluyó de entrada a De Arrascaeta, quien aclaró el ataque prácticamente nulo en partidos anteriores. De todos modos, y como si fuera un presagio funesto de lo que ocurriría, el dominio inicial celeste se vio afectado por una jugada aislada que concluyó en penal para el equipo africano. Primero se cobró Off Side que fue revisado (parece que un pelo de testículo habilitaba al delantero) y después un cruce de Rochet a Kudus que, en cualquier liga, lo hubiesen encontrado flojito de papeles. La cuestión es que Ayew lo ejecutó como en el patio de su casa y el portero uruguayo la tapó sin inconvenientes. Aire para los charrúas y ánimo. Núñez (de tibio mundial) avisó en el minuto 22 y la apertura llegó finalmente tres minutos más tarde cuando De Arrascaeta completó con un cabezazo una jugada que empezó con quite de Valverde y llegó a los pies de Suárez, cuyo remate concluyó en rebote del arquero. A los 31, otro gol del volante charrúa con una linda volea dentro del área. Si bien Uruguay dependía de otro resultado, todo indicaba que este lo tenía controlado, y eso lo llevó a dormir la intensidad, porque en el segundo tiempo, y hasta que se enteró de la catástrofe en la cancha de al lado, el equipo se relajó, pese a las idas y venidas con el árbitro por penales que no fueron. No obstante, hay que darles la derecha a los charrúas cuando denuncian la carencia de criterios para cobrar en diferentes circunstancias, lo que pone de manifiesto el mamarracho de la máquina fatídica y la pintura en que se han convertido los árbitros. Dolorosa y temprana eliminación de Uruguay, pero consecuente con un proceso previo vulnerable y con dos partidos muy parcos en esta primera fase. 

Portugal salió a jugar contra Corea del Sur como si fuera un trámite. Es lo que les pasó a los equipos que ya tenían seis puntos en su haber y se encontraron con baldazos de agua fría. A los cinco minutos llegó el gol europeo a cargo de Horta, pero los coreanos, lejos de rendirse (son como moscas, aparecen por todos lados) llegaron al empate a los 26. Si bien ambos tuvieron situaciones, el final de la primera etapa concluyó con el empate. Cristiano Ronaldo, como suele ocurrir, jugaba su propio partido, con la cabeza en batir el récord de goles de Eusebio en Copas del Mundo. El juego dividido dominó parte de la segunda etapa, con pocas acciones claras de gol. Tanto Portugal como Uruguay (en la cancha de al lado) se sentían confiados y seguros con sus respectivos resultados. Sin embargo, en tiempo de descuento, Corea del Sur logró la hazaña a base de insistencia. Muy buena llegada de contragolpe para que Hwang Hee-chan metiera al equipo a octavos de final. Llanto, colores, gritos, danzas. Fiesta total. Una vez más, en este mundial de locuras y contradicciones, los contrastes son tremendos. Los coreanos ven en los teléfonos el desenlace del otro partido; los uruguayos no pueden creer. Así son las cosas.

Por primera vez (si no me falla la calculadora) ningún equipo logró el puntaje perfecto en la primera ronda de un mundial. Hoy tenían la oportunidad dos y Brasil, ya clasificado, era uno de ellos. Con algunas variaciones en la conformación inicial del equipo se prestaba a enfrentar a Camerún que, al igual había sucedido con Túnez ante Francia, se jugaba una última carta dependiendo de los vecinos del grupo. Del partido no hay mucho para destacar, sobre todo en la primera etapa, de poco ritmo y escasas emociones. Camerún intentó con esfuerzo más que con claridad y Brasil se paseó, con la panza llena de confianza y ráfagas de habilidad, sobre todo de Antony. Pero la pelota no entraba. Por momentos, incluso, se jugó fuerte. A medida que pasaron los minutos, la superioridad verdeamarelha se sintió y las arremetidas al arco rival empezaron a multiplicarse. Pero una de las verdades indiscutibles de este hermoso deporte dice que los goles que no se hacen te los encajan, y así fue. Promediando el final del encuentro, un ataque por izquierda termina en un centro para que Aboubakar la meta adentro. Tan alegre estaba el delantero que se sacó la camiseta estando amonestado y el árbitro lo echó pidiéndole perdón. Camerún festejaba, aún sabiendo que estaba afuera, pero había madrugado a un gigante. En este mundial, no habrá campeón invicto.

El partido que se vivió como una guerra (metafóricamente hablando, claro) fue el que protagonizaron Suiza y Serbia. Si bien ambos contaban con posibilidades, los del este la tenían fulera ya que llegaban solo con un punto. El desarrollo del encuentro fue vertiginoso, con varios goles y algunas incidencias que le pusieron picante a un certamen robotizado, con menos sangre que Dracula cuando se levanta a la noche. Ya al minuto empezaron las emociones con un remate de Embolo que tapó el arquero Savic. Los dos intentaron abrir el marcador en esos instantes en que se va armando el juego, pero a los 19 el forzudo Shaqiri, Hércules,  con un zurdazo de afuera del área decretó el 1 a 0. Luego llegó la ráfaga de Serbia para dar vuelta el resultado, con Mitrovic y Vlahovic (el DT se dignó a ponerlo de entrada). La emoción no duró mucho. A los 44, otra vez Embolo dijo presente. El primer tiempo había dejado las puertas abiertas para que la fiesta continuara. Y así fue, pero con tensiones, cruces, forcejeos y un tercer gol de Suiza que sepultó las esperanzas de Serbia, de flojísimo desempeño en el Mundial, sobre todo porque no aprovechó en los dos partidos que jugaba de igual a igual las oportunidades para mantenerse arriba en el tanteador. Los últimos minutos del partido parecían más de Lucha WWE que otra cosa.

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