Hard To Be a God, de Aleksei German (2014)

Hay películas consideradas obras maestras que llamativamente se ven una sola vez, sea por la radicalidad de su propuesta o por que invitan a conectarse a partir del interés y no necesariamente por la vía del placer. Son cuestiones discutibles y subjetivas, por supuesto, pero alimentan filosos debates. Esto pensaba mientras veía este impactante y monumental film ruso, un trabajo que debe ser de los prodigios técnicos y formales mayores en la historia del séptimo arte pero que expulsa a varios espectadores a través de una puesta en escena claustrofóbica y asfixiante. El comienzo tiene una introducción que parece sacada de una película de Herzog: plano general (de los pocos que se verán) sobre una aldea nevada y una voz en off que da detalles del asunto. Resulta que nos encontramos en un planeta desconocido, similar a la Tierra, pero con 800 años de retraso. Todos los signos geográfico-temporales reconstruyen con extraordinaria fotografía en blanco y negro un cierto imaginario medieval poblado de lodo, agua, mugre, fluidos de todo tipo y seres degradados por ese ambiente caótico. Se supone que hay treinta científicos terrícolas infiltrados para observar y sin poder modificar el curso de los acontecimientos. Para reforzar esa cualidad, German pone la cámara desde el ojo del espectador en una posición subjetiva que funciona a la manera de un imán que atrae a todo lo que se topa: los personajes entran y salen del cuadro, se chocan con el dispositivo, se cruzan, aparecen y desaparecen, siempre en medio del fango, la miseria y la precariedad. Eso genera un contacto físico y sensorial extremo que no todos pueden soportar. Los sonidos, los olores, los gruñidos, los golpes, se desplazan por la pantalla incesantemente. El contexto parece ser una guerra pero acá no hay planos generales épicos, sino un movimiento de intrusión por recovecos, es decir, un tipo de registro que elimina la idea de distancia y mete la cámara como si fuera la nariz. Transcurrida una hora, se hace difícil participar del desafío formal del director.

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