Hay una generación, la mía, que depositó en la memoria para siempre aquellas palabras finales de Blade Runner :
«Yo he visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir. » Se trata del monólogo del último replicante, interpretado por Rutger Hauer. Es de esos momentos que se conservan no solo por su valor cinematográfico, sino filosófico. Unas líneas de diálogo y un gesto explican mejor que varios libros la importancia de la vida cuando se escurre de las manos. Inolvidable.
Pero la figura del imponente actor nacido en Holanda, también me remite a otras apariciones en pantalla de las cuales tengo mis recuerdos. Por ejemplo, el malvado de Halcones de la noche, coprotagonizada con Stallone y esa escena tremenda en que corta de un navajazo a un policía, o la soberbia presencia en El molino y la cruz del director polaco Lech Majewski, entre tantos papeles propios de un tipo versátil, de mirada profunda y aspecto glacial. Que en paz descanse.
