El humor en sordina. Sobre el cine de Ana Katz.

Ideas, anotaciones y reflexiones que quedaron del encuentro consagrado a esta gran directora.

El juego de la silla (2002)

Dice bien Marcela Gamberini que «Este clan, guarda varios referentes posibles con las familias que poblaban los relatos de Julio Cortázar o algunos textos de Macedonio Fernández. Hay en el interior de esa casa un barroquismo de objetos, una saturación de cuadros y dibujos que conforman un espacio opuesto al escenario de una Buenos Aires prácticamente vacía y gris.»

La conexión con el universo de estos autores, al que podríamos añadir Silvina Ocampo, incluye la predilección por ciertos mecanismos vinculados al juego como idea. Y uno de ellos es la repetición. Reiterar implica automatismo y dilatación de lo cotidiano hasta que se vuelve algo ajeno. Esa idea del juego y de la caricatura se puede apreciar también en su cortometraje Despedida (2003)

Una novia errante (2006)

«La incomodidad que genera es tan grande como la que provocaba la familia de El juego de la silla. Pero hay un cambio en el centro de ese malestar. En Una novia errante no hay un personaje externo al disparate y al sin sentido. En todo caso sí vemos un procedimiento que se transformará en una constante: poner al espectador en tensión, entre la risa y el sufrimiento. De modo tal que el paso del drama a la comedia es una cuestión de segundos: mientras Inés permanece entre las sombras, acongojada, un pendejo molesto alumbra su cara con un láser, el primer eslabón para poner todo patas arriba en medio del dolor.»

Los Marziano (2011)

«La risa puede ser “un olor indiscreto unas veces” y “un delicado perfume otras”, decía Bergson y así parece haberse construido la tradición de la comedia en todas sus formas a través del tiempo, en esa antinomia que involucra el golpe directo, el trazo grueso por un lado, y la elegancia sardónica por el otro.  (en este último bando ubicamos a Katz)

El efecto cómico se produce en muchos planos por la contradicción dada por un respetable hombre mayor que se comporta como un niño temeroso.

También es interesante la tensión permanente que se crea con estos individuos a punto de estallar, como la forma en que esperamos una nueva caída a un pozo o un tropiezo de Juan. Sentimos la angustia de los hermanos y estamos atentos al posible encuentro. Los momentos de humor son sutiles, sin desbordes, y la música enfatiza aquellos pasajes donde miramos con distancia lo que les ocurre y comprendemos que el mundo, más allá de las clases sociales, puede ser una invitación al absurdo. Y aquí aparece uno de los méritos más importantes de la película, a saber, el tránsito por ciertas zonas del humor que eluden cualquier atisbo de costumbrismo basado en gritos y en estereotipos. Otros, serán el ritmo que le impregnan los diálogos y las pequeñas situaciones que se eligen contar. El plano final confirma esa mezcla de alegría y melancolía que recorre la historia.»

Mi amiga del parque (2015)

Los diálogos me obsesionan. Son una sede de verdades ocultas en medio de una comunicación cada vez más confusa y ruidosa. La gente charla muchas veces sin dar peso a lo que se dice. Sin embargo, hay oraciones que quedan flotando y uno llega a su casa con una frase que, encerrada en un lugar extraño de uno, rebota hacia un costado y el otro, decidida a no querer escapar. La frase parece querer anunciarnos algo, o pretende preservarnos, avivarnos… Hasta que una sensación más íntima aterriza.”

“La naturaleza con su aroma, la luz del día, el sonido de los pájaros… Son pruebas contundentes de un mundo con sus propios tiempos y leyes. Si lo pienso, es cierto que me gusta mucho imaginar a los personajes en medio de la naturaleza: el parque, la playa, el campo. Cada uno con su drama en la inmensidad del universo. Encuentro humor y emoción en ese contrapunto. Me gusta cuando la gente habla sobre esto en los atardeceres en la playa o mirando las estrellas en medio del campo.”

Ese plano del bosque me pareció maravilloso: todo está abierto al misterio, como la película misma. Y es un espejo del primero, porque al igual que el parque, con su indefinición, sus miradas, el mediodía invernal, una especie de paréntesis en el tiempo, siempre signado por el ritmo de la ciudad. No obstante, aquí no hay miradas, entonces todo se abre a una dimensión más siniestra.

Sueño Florianópolis (2018)

«¿Una comedia anacrónica? ¿Un punto de saturación en su carrera? ¿Una película fallida? Los temas y las formas están, pero hay algo que se resiente. La repetición en este caso no hace la diferencia. Y el costumbrismo parece asomar más de lo debido. Este horizonte nublado se despejó con la llegada de su mejor película.»

El perro que no calla (2021)

«Ruidos mientras se ven los créditos. Hoy las películas comienzan por el sonido. Plano de un desagüe. Luego, el perro. Tormenta. Sebas trabaja. Corta las malezas. Golpean la puerta. Es Luis, el vecino, quiere hablar sobre la perra.

La primera media hora de la sexta película de Ana Katz muestra lo mejor de su cine: un diálogo con gente afectada bajo la lluvia por el llanto de una perra, un joven que debe resignar su trabajo porque no puede dejar al animalito solo y una labor en medio de La Pampa como salida libre a tanto agobio de la ciudad. En todo este segmento, el humor en sordina, el extrañamiento y el absurdo gobiernan la escena de una película brillantemente fotografiada en blanco y negro. Hasta un plano se atreve a ponernos en la perspectiva de la perra. Esta secuencia de viñetas fluye a un ritmo perfectamente manejado y se encuentra entre lo más rico de su filmografía.»

«Y es esta dualidad el eje que vertebra la propuesta, puesto que uno (de raigambre absurda, lúdica) da lugar al otro (de naturaleza reflexiva frente a la incertidumbre ante un futuro que se manifiesta opaco). De allí que El perro que no calla sea una expresión irónica que funde en una misma identidad a dos silencios prolongados, el del animal y el del joven treintañero, protagonista melancólico y extrañado ante un mundo donde es difícil hacer la vertical»

elcursodelcine

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