CRÓNICAS MUNDIALISTAS. QATAR 2022. CUARTOS DE FINAL. JORNADA 1: SENDEROS DE GLORIA

Hermosa jornada de cuartos de final. Comenzó a las 12hs horario local con el cruce entre Brasil y Croacia. La verde amarelha pasó del baile al llanto. En mi crónica anterior había anticipado que no tenían término medio, que podían transitar de la alegría infinita a la tristeza absoluta. Y así fue. Brasil, inesperadamente, quedó afuera de la copa del mundo y esto es noticia. ¿La maldición del gato? Vaya a saber uno. Dicen que las brujas no existen, pero que las hay, las hay.

Pero vayamos al partido. Croacia planificó una estrategia efectiva y saludable. Efectiva porque incomodó en todo momento al equipo de Tité, sobre todo en la mitad de la cancha y proponiendo la disputa física. Saludable porque no se resignó solo a esperar y aún en los momentos más críticos, y cuando el desgaste físico fue evidente, no cayó psicológicamente. El espíritu colectivo de los croatas es para destacar y no debe minimizarse. Apenas iniciado el encuentro ya se reveló el tenor del mismo. Brasil intentaba su juego y Croacia presionaba en bloque, de modo tal que la etapa inicial transcurrió sin demasiadas ocasiones de peligro. Recién en el minuto 42 Neymar intentó con un tenue disparo que llegó a las manos del arquero. Durante el segundo tiempo, la intensidad de Brasil en el ataque se destacó más y eso complicó a Croacia, que empezó a sentir el cansancio. El ingreso de Antony por Raphinha le otorgó al equipo más peligro y velocidad (además de canchereo) por derecha. Esa banda resultaba problemática para Borna Sosa. Tal vez, el cambio más discutible fue el de Rodrygo por Vinicius Jr. Si bien la intención fue intentar abrir la defensa rival con ese ingreso, no pareció ser decisivo. Pese a que Brasil era un claro dominador, el temple y la calidad de jugadores como Perisic, Brozovic y Modric, complicaron el desarrollo. Ni hablar del portero Livakovic, que empezaba a convertirse en figura. Los 90 minutos finalizaron con la sensación de que Brasil podría aprovechar el cansancio del rival.

No obstante, y tal como lo vengo sosteniendo en estas crónicas, los cercos se rompen con atrevidos, y allí apareció Neymar. En el tiempo suplementario, en otra exquisita jugada colectiva,  Brasil se puso en ventaja. Esta vez el baile no fue tan eufórico, como si los jugadores hubieran acusado recibo de lo difícil que había sido el trámite del partido. Todo parecía indicar que nada nuevo iba a pasar, pero si hay algo que destacar de Croacia es que estuvo decidida a morir con las botas puestas. En el minuto 116, Petkovic, un jugador de movimientos robóticos, remató tímidamente, pero un desvío puso el tiempo de su lado. Empate y mazazo psicológico para Brasil porque se activaron todos los fantasmas, sobre todo por la gran actuación del arquero croata. Y los penales lo demostraron. 4 a 2 en los tiros desde los doce pasos. Las mismas pantallas que incitaron tantos bailecitos ahora eran el espejo del llanto generalizado. Brasil afuera de la copa del mundo.

Pero el tema era la tarde. Tarde de calor con tensiómetro al lado. Argentina y Países Bajos animaban la otra llave de cuartos de final y la ansiedad comenzaba a mostrar sus garras. Había una previa caliente, sobre todo por las declaraciones de Van Gaal, un tipo al que siempre le gustó ponerse por encima de los jugadores y los equipos que dirigió, un tipo muy festejado en la Argentina por ciertos sectores que vindican el supuesto humanismo de técnicos robóticos con libretas que no pasaron una ronda de mundial y que se destacan por monumentales discursos. Por eso, el triunfo de hoy es también el triunfo contra los alcahuetes del fútbol europeizado que desprestigian día a día nuestros potreros. Por méritos, por trabajo y por suerte, Argentina está en semifinales y es una alegría. Un párrafo aparte para Messi y para el cuerpo técnico. Lo de Lio emociona. Se lo ve bien, enchufadísimo, enojado. Su declaración en una nota luego del partido (“»Van Gaal vende que juega bien al fútbol y después tira centros a todos lados» «Qué mirás bobo… andá bobo») da cuenta de que el capitán está encendido, de que ha tomado la posta haciendo honor a una tradición de sangre, sudor y lágrimas. Sí, Argentina tiene al mejor del mundo y hay que festejarlo. El pase que hizo en el primer gol es una maravilla y se entronca con las mejores asistencias de su historia futbolística. Messi hoy está más presente que nunca y para este grupo es la octava maravilla.

Con respecto a Scaloni, dispuso de un esquema espejo y le dio resultado. El equipo no solo controló el partido durante setenta y cinco minutos, sino que mostró superioridad frente a un rival muy tímido, que se vio impedido de atacar por los bandos y sorprender con la llegada de un volante o delantero para definir, lo mejor que había hecho hasta ahora. Los tres centrales argentinos se mostraron sólidos, Acuña y Molina de laterales volantes cumplieron su función, y el medio campo se movió bien. Pero el partido fue parejo hasta el gol. Parecía un match pugilístico de estudio. Y como suele suceder en el boxeo, el que pega primera, tira. Jugada increíble del diez, un pase de otro planeta a Molina que sorprendió en el área y puso el 1 a 0. A esta altura, y a falta de Var, el protagonismo lo asumió el impresentable árbitro español que dirigió, dispuesto a sacar todas las amarillas juntas de este mundial y haciéndose el capanga ante las cámaras. El primer tiempo finalizó con la foto de la superlativa asistencia de Messi.

Los primeros quince del segundo tiempo mostraron a la selección más replegada y dispuesta a salir de contra ante un rival que todavía no mostraba demasiado. Tal es así que, en una de las escasas subidas de Acuña por izquierda, Dumfies nos regaló un penal propio de un aficionado. Lio ni se mosqueó con el lenguaje corporal del arquero y le mojó la oreja: 2 a 0. El partido se puso áspero. Scaloni hizo cambios. Entre ellos, el de Paredes, un pibe con un talento descomunal, pero capaz de generar guerras mundiales con sus actitudes. Tal vez la salida de Romero (a pesar de que tenía amarilla) no fue la mejor decisión. Van Gaal apostó por obeliscos en el área y comenzó a tirar pelotazos que, lógicamente, hicieron retroceder a nuestra selección. El ingreso de Wout Weghorst fue determinante. Conjuntamente con de Jong complicaron y madrugaron a nuestros centrales. El primer gol vino de un anticipo a Lisandro Martínez, demasiado bajo de estatura para combatir a estas torres. El segundo, con un sospechoso foul cobrado previamente, es una jugada preparada que es mérito del charlatán Van Gaal y una ingenuidad de nuestros jugadores. 2 a 2. No lo podía creer. Me tomé la presión, caminé por las paredes. Se me cruzó el fantasma del partido de Brasil, pero conforme empezó el alargue me fui tranquilizando. Por un lado, por la actitud del equipo, que si bien recibió un impacto, se mostró dispuesto a rebelarse, con enojo, con ímpetu, sobre todo en la segunda parte del suplementario, con tres ocasiones de gol. Siguieron los cruces y las tensiones. Argentina era un equipo ofendido, ofuscado y actuó según las circunstancias, con la esperanza de nuestro otro as de espadas, el Dibu Martínez, ese último eslabón de la cadena cuando las cosas se ponen fuleras. Sus atajadas fueron soberbias y le pusieron el broche de oro a una tarde para el infarto. Vamos por los senderos de la gloria, pero el quipo ya compitió, se merece lo mejor y está entre los cuatro mejores. Nada para reprochar.

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