LO MEJOR DE 2023. SEGUNDA PARTE.

Otras películas que merecen análisis más detallados, revisiones, y que dan mucha tela para cortar. Por lo pronto, las he disfrutado, que es lo más importante.

Un pájaro azul, de Ariel Rotter, 2023   

«Rotter no juega a ser Bergman ni a quedarse prendido del drama doméstico. Los problemas de conciencia, el remover aspectos dolorosos del pasado y enfrentarse a los propios fantasmas no excluyen el humor en sordina que la película trabaja acertadamente. Lejos de fomentar los estallidos de furia y los reclamos de las típicas escenas de un cine anquilosado, Rotter encuentra un tono y un ritmo que hermanan a Un pájaro azul con ciertas zonas del cine de Eric Rohmer o aquellas películas musicales de corte indie, a partir de la amabilidad con la que fluyen las situaciones. Estos logros se fundan principalmente en la química que logran Julieta Zylberberg y Alfonso Tort y a una dirección que integra perfectamente los espacios con sus personajes, al mismo tiempo que le otorga a los momentos de reflexión y de intimidad un espejo creíble y convincente dentro de un marco que nunca busca el exceso gratuito.

Barajar y dar de nuevo. Nada es perfecto. A veces un detalle implica un deslumbramiento, una revelación. A partir de eso, a empezar de nuevo y ver qué pasa. Formar una pareja, tener una casa, buscar un hijo.»

Terminal Young, de Lucía Seles, 2023

«La insubordinación que propone Seles a las convenciones no está lejos de la monomanía quijotesca: subvertir un mundo donde no hay posibilidad de ajustarse a una lógica, a un cumplimiento de reglas empaquetadas. Los deseos, los miedos, la necesidad de escapar a lo que todos llaman lo normal atraviesan los movimientos y las palabras de los personajes. No obstante, lejos de intelectualizar dicho ejercicio, se vive la experiencia como si estuviéramos ahí, compartimos su neurosis creativa, (como la cámara) inquietos, desde diferentes ángulos, descentrando la mirada permanentemente. Y si irrumpe la risa, nunca deja de ser transgresora, porque detrás de la misma se corre una cortina de horror difícil de precisar. Por momentos, si bien reconocemos cierta tradición transgresora de programas televisivos que hicieron historia, hay una densidad lingüística y gestual que coloca al mundo representado en una incomodidad propia del absurdo que ponen un signo de interrogación gigante en torno a la existencia (cada vez más vacía) de la humanidad.»

LaRoy de Shane Atkinson, 2023

«Al comienzo, una carretera, de noche, ese mundo abierto a infinitas posibilidades, sobre todo si se produce algún desvío, una aparición imprevista o situaciones donde los que suben a un auto o quienes lo conducen están sometidos al arbitrio del destino. LaRoy es el nombre de una localidad norteamericana que no falla ante la premisa de “pueblo chico, infierno grande”. Tierra de rumores, engaños, asesinos escudados en rostros complacientes y personajes ambiciosos que se ahogan en frustraciones. Todos se conocen en este mundo de colores que contrastan con la palidez de vidas sumergidas en las grietas de un sistema económico que jamás les va a permitir dejar de soñar con pegar el gran salto. Es el mundo de vidas relegadas a dos o tres espacios típicos (un bar, una ferretería y un hotel de mala muerte) y pocos personajes modélicos: el asesino implacable, el cornudo, el aprovechador, el detective/cowboy (para que quede bien establecida la mixtura genérica del western con el policial) y la rubia fatal versión mundana. Que el dinero intervenga como factor de movilidad de esas piezas solo es cuestión de tiempo. Atkinson activa la historia con un hombre que se sube a un auto de noche, un hilo que le dará un lugar preponderante al azar como motor narrativo. De allí en más, un viaje por situaciones que lidian lo absurdo, toques de comedia negra y vidas regidas por un oscuro devenir acompañado de toques musicales folk.»

Mimang, de Kim Taeyang , 2023

«Alguien puede filmar a una pareja durante cuatro años. Luego, esa película condensa ese lapso en una hora y media. El cine es el arte del tiempo, comprime, mastica la realidad para transformarla en ese río de Heráclito, aquel en el que nadie puede bañarse dos veces sin que algo cambie. Lo mismo ocurre con las películas y las ciudades. Podemos mirarlas una y otra vez, pero las imágenes que nos hacemos de ellas se transforman. Mimang habla del tiempo y de la ciudad. Y de dos personajes que se encuentran, se pierden y se reencuentran, caminando por Seúl que, pese a su modernidad, sus carteles, sus incesantes construcciones, no es mirada con desprecio, por el contrario, parece ser un espacio que acompaña, abraza y se convierte en un personaje más. Solo hay que seguirlos, prescindir del imperativo de una trama y pensar que lo lúdico también nos hace pasar un buen rato aunque esté teñido de tristeza.»

Yannick, de Quentin Dupieux, 2023

«En un auténtico teatro parisino ubicado en el distrito 10 se está representando una comedia. Sin estar la sala colmada, algunas risas pasajeras parecen legitimar el duelo dialéctico en el escenario, sostenido por una pareja cuyo marido se entera de que es cornudo. La mujer le dice que es amor platónico. El amante sale del baño. Mientras asistimos al momento culminante, un joven en el público interrumpe para quejarse de lo mala que es la obra. Yannick-así se llama el muchacho-trabaja como vigilante nocturno y considera que ha hecho un gran esfuerzo en su franco para distraerse un rato, y en cambio le ofrecen una verdadera porquería que no entretiene a nadie. Su irrupción pronto se convierte en un absurdo juego de roles: ahora será él con un arma quien ponga las reglas. No solo escribirá la obra y mantendrá a todos como rehenes, sino que deberán interpretarla. La irrupción de Yannick, siempre trabajada desde el registro de la comedia, permite develar algunos temas que rozan lo patológico y lo social, pero lo más interesante es el timing de Dupieux y cómo con el tiempo justo ofrece una especie de boceto de película disfrutable al máximo. El humor es una vía posible para interpelar, para ofrecer una mirada sobre el mundo y su vulnerabilidad, no solo por un loquito capaz de tomar rehenes en un teatro e interferir sobre una obra, sino por la imagen final, que mucho tiene que ver con esas decisiones.»

elcursodelcine

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